Es el país que más ha crecido en Sudamérica en los últimos años. El mercado lo tilda de estable dentro de su histórica volatilidad, y en el sector público se hacen esfuerzos por incrementar la inversión, sobre todo en infraestructura. Los inversionistas extranjeros ya están mirando al país con otros ojos y varios, entre ellos algunos chilenos, están concretando negocios allí.
Políticas macroeconómicas “prudentes” y reinversión en el sector púbico explicarían el fuerte y sólido crecimiento económico detrás del país altiplánico en la última década, volviendo a acaparar la atención de los inversionistas extranjeros, entre ellos varios chilenos.
Con este argumento en mano, las tres agencias calificadoras más importantes del mundo, Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch, mantuvieron sus calificaciones de deuda pública y soberana para Bolivia este año. Es más, las tres indicaron que una deuda soberana bajo control y reservas externas sólidas le permiten a esta pequeña economía de US$ 3.235,8 per cápita enfrentar de mejor manera el desplome de los precios de las materias primas, en particular del gas natural, estaño, plata y oro.
Bastante ayudó que los dos primeros gobiernos de Morales coincidieran con el último ciclo de bonanza de los commodities. Haber hecho la tarea bien cuando los precios internacionales estaban en niveles históricos le permitió al país generar un colchón financiero mullido, explica el gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez.
“Detrás de este notable crecimiento está la gran dependencia que Bolivia tiene del contexto económico internacional. A 2014 las exportaciones e importaciones participaban 43% y 42% del PIB, respectivamente. Cabe mencionar que un 80% corresponde a hidrocarburos y minerales. Así que los buenos precios que experimentaron estos productos en la última década dieron lugar a un crecimiento de las Reservas Internacionales Netas así como de los ingresos del gobierno, permitiéndole incrementar el gasto público”, afirma el ejecutivo.
En la misma línea, Guillermo Guerstein, director de L-Jumagui Bolivia Export SRL -firma dedicada al tratamiento y exportación de minerales-, sostiene que “el gobierno ha logrado capitalizar el ingreso de divisas a través de la explotación de energía, petróleo y gas, minería y turismo”.
Plan de expansión
Las reservas internacionales del país altiplánico cerraron el año pasado en US$ 15.129 millones, según cifras del Banco Mundial. En tanto, la deuda externa boliviana cayó 35 puntos porcentuales, desde 52% del PIB en 2005 hasta 17%, aun con el mayor gasto público en el que ha incurrido el gobierno.
El aumento del gasto público viene en sostenido crecimiento desde el primer período de Morales. Entre 2010 y 2013, subió de 30,9% a 39,1% del PIB y, según cifras de Cepal, en 2014 ya alcanzó 43,26%. En el mismo período, el PIB de Bolivia pasó de poco más de US$ 11.000 millones a US$ 34.175 millones registrados en 2014, de acuerdo a las estadísticas que maneja el Banco Mundial.
El consenso de analistas es que el gobierno de Morales conservará las actuales políticas y mantendrá el déficit fiscal y la deuda pública y privada en niveles controlados para cuando termine su tercera presidencia, en 2020.
“Hoy la economía está más lenta, sin embargo el gobierno boliviano ha afirmado que seguirá invirtiendo en obras viales, lo que nos abre interesantes oportunidades para 2016, más aún considerando que nuestra participación se centra principalmente en los sectores de construcción y energía (80%), y otro tanto en minería”, describe Roberto Flores, gerente Operaciones Bolivia de Finning. La compañía está presente en el país desde 2003 y actualmente cuenta con seis sedes.
De acuerdo al Presupuesto General del Estado, remitido a la Asamblea Legislativa para su aprobación, en 2016 la inversión pública crecerá 3,5% con relación a lo gastado este año, en que la cifra se ubicó en US$ 6.178,9 millones. No obstante, recientemente el presidente Morales indicó que el próximo año hay inversiones públicas presupuestadas por US$ 8.200 millones, aun frente a la caída de los precios internacionales de los commodities. Gran parte de la inversión estará enfocada en dos grandes sectores: infraestructura y energía.
La construcción de carreteras dominará el primero, dado el ambicioso proyecto que busca vincular con dobles vías el eje central del país, a través de los tramos Oruro-Caracollo; Confital- Parotani; Santiváñez-Colomi y el sector de El Sillar. Sólo en el departamento de La Paz, el gobierno planea invertir US$ 1.800 millones el próximo año, según anunció el Ministerio de Obras Públicas recientemente.
En tanto, con el objetivo de fortalecer el sector eléctrico del país y desarrollar una capacidad instalada de 9.000 MW hacia 2025, el gobierno planea destinar el 23% del presupuesto para inversión pública, un gran salto desde los US$ 20 millones asignados en 2005, según cifras del Viceministerio de Presupuesto y Contabilidad Fiscal.
El secreto está bajo tierra
Un mayor gasto público le permitiría al país mantener su tasa de crecimiento económico en 5% anual, que ya en 2014 le permitió a Bolivia ocupar el primer lugar en Sudamérica. Chile en el mismo período se expandió apenas un 1,9%.
La solidez económica que exhibe Bolivia fue una de las principales cartas que el Ministerio de Minería barajó en la cumbre “Invirtiendo en Bolivia”, realizada en Nueva York en octubre pasado, con la cual el gobierno buscó atraer mayor interés de capitales extranjeros.
El año pasado la inversión extranjera directa a Bolivia cayó 63% respecto a 2013, pasando de US$ 1.750 millones a US$ 648 millones, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), precisamente por la desaceleración de los precios de las materias primas.
Aun así, no es de extrañar que los proyectos mineros y energéticos fueran la mano más jugada por las autoridades ante los banqueros, fondos de inversión y empresarios invitados en la Gran Manzana. De los primeros, cinco proyectos están ubicados en el departamento de Potosí y requieren una inversión avaluada en poco más de US$ 13.000 millones, destacándose Malku Khota y el complejo multimetálico Karachipampa.
Este último, en particular, está dando que hablar. Para la primera semana de diciembre prepara su segunda exportación masiva de 400 toneladas de mineral (plomo y plata), todo “un hito” para esta operación manejada por la estatal Comibol, que estuvo a punto de quedar relegada tras varias fallas técnicas en sus hornos. En marzo fueron exportadas 84 toneladas de plomo metálico a Perú, y en noviembre un total de 71 toneladas de plomo metálico fueron enviadas a Suiza.
Otro proyecto minero que ya está sonando muy familiar entre los inversionistas extranjeros es la explotación e industrialización del yacimiento multimetálico Mutún, en el departamento de Santa Cruz, que se estima contiene 40 mil millones de toneladas de minerales, en especial de hierro. Para este joint venture con la estatal china Sinosteel Equipment, el gobierno boliviano proyecta una inversión de US$ 405 millones, de los cuales un 85% será financiado con un crédito del Estado chino.
Bolivia también tiene otras cartas bajo la manga. Recientemente, el gobierno anunció que la estatal Comibol comenzó a verificar los minerales existentes en el cerro Chulumani, en el departamento de Oruro, donde se estima que hay depósitos de oro y plata. Asimismo, la estatal está desarrollando otros tres proyectos, avaluados en US$ 30 millones en total: Negrillos, de plata y manganeso, en Oruro; Tacocagua, de galio, zinc, plomo y plata, también en Oruro; y el yacimiento de plata Santa Isabel, en Potosí.
No obstante, el as con el que espera acaparar la atención de la inversión extranjera es el litio. Esto, porque el gobierno busca potenciar la producción de este mineral en su yacimiento en el salar de Uyuni, lo que requeriría en torno a US$ 925 millones en inversiones hasta 2019.
Desafíos por superar
Sin embargo, el actual desplome de los precios de las materias primas no ha dejado inmune a la economía con mayor crecimiento de América Latina. Entre enero y septiembre de este año, el valor de las exportaciones de hidrocarburos y minerales bajó US$ 2.824 millones frente a igual periodo en 2014. En particular, las exportaciones mineras bolivianas cayeron 13,2% interanual hasta totalizar US$ 1.323 millones a septiembre, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas.
La caída generalizada del precio internacional del petróleo también le ha pasado la cuenta al país. Las exportaciones de este energético totalizaron US$ 3.000 millones al tercer trimestre, 35,7% por debajo de lo enviado en igual periodo el año pasado. En tanto, las exportaciones de gas licuado de petróleo (GLP) cayeron 61,8%, y la exportación de combustibles poco más de 67% en el período.
Pese a los menores ingresos por materias primas, el gobierno aún espera crecer a una tasa de 5% este año, y a 5,1% el próximo. Ese entusiasmo no es tan palpable en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que esperan que el PIB crezca 3,5% y 4,1% este año.
Asimismo, entre los inversionistas extranjeros todavía persiste la inquietud de “reglas del juego” poco claras. “Para que Bolivia esté en permanente crecimiento se tiene, principalmente, que brindar seguridad jurídica al sector empresarial, así como incentivos para la inversión”, precisa Rodríguez.
Esto explicaría la celeridad con que se está tramitando el proyecto la ley de incentivos para garantizar las inversiones en el sector petrolero en la Asamblea Legislativa. Entre las garantías que ofrece la potencial normativa está la entrega de incentivos por barril producido, en caso de que el precio internacional siga decaído.
“Bolivia ha impulsado y ha dado señales de garantías institucionales y jurídicas para la llegada de inversiones extranjeras. Nosotros somos prueba de ello. Finning desde 2003 ha sostenido una relación fructífera y de compromiso con el crecimiento y desarrollo del país y, sin estar exentos de algunas complicaciones, nuestra convicción es seguir impulsando la generación de nuevas oportunidades que nos permitan estar de la mano y dar un servicio de calidad a nuestros actuales y futuros clientes”, finaliza Roberto Flores.
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