Santiago de Chile es intensa, inquietante por donde se la mire, sinónimo de calidad de vida, pero también de una cotidianeidad de altas revoluciones por minuto que no todos pueden soportar. Y cuando la rutina se vuelve intolerable y alejarse de los ruidos resulta tan necesario como vital, Viña Cousiño se erige como el principal punto de escape y cable a tierra donde la calma se contrarresta con el huracán de la metrópolis.
Fundada en 1856 por la familia Cousiño a quien debe su nombre, este paraíso desborda quietud en sus casi 120 hectáreas a poco menos de 45 minutos de la capital. En pleno Valle del Maipo, en la comuna de Peñalolén, Cousiño combina arquitectura del siglo XIX con viñedos, y centenarias parras cuyo aroma a uva con madera conforman una simbiosis hipnotizante para aquellos curiosos que la descubren.
A medida que la travesía penetra las plantaciones uveras, se vislumbra una clásica construcción de ladrillo: es la antigua bodega, que continúa en pie desde 1877, y permite explorar el mundo vitivinícola donde los procesos de fermentación y maduración son dominados por la madera, el acero y roble francés.
Las máquinas contemporáneas para la elaboración del néctar se ubican en cada rincón y permanecen como piezas históricas que reflejan un modo de producción que fue, pero que ya no es. Al final del recorrido se esconde el punto más álgido: el cuarto de envejecimiento se encuentra siete metros bajo tierra y mediante un sistema de doble pared mantiene la temperatura constante a 7°, a merced de los candelabros que iluminan tenuemente generando una atmósfera ideal para la cata de la especialidad de la casa, el exótico vino gris.
De esta manera, Viña Cousiña es la escapada ideal, un paraíso mediante el cual se puede acceder a través del alquiler de autos rent a car Santiago, una pizca de serenidad ante tanta turbulencia.