Ya lo decía el expresidente Eduardo Frei Montalva en sus discursos cuando sostenía que “la minería del cobre es la viga maestra de la economía chilena”. Con el correr de los años, mientras Chile afirmaba su democracia en los ’90, al mismo tiempo dejaba atrás al resto de los países productores al generar el 75% de todo el cobre adicional producido en el mundo en aquellos años.
Casi tres décadas más tarde, las cosas han cambiado. En medio del contexto de la guerra comercial entre China y Estados Unidos que hoy predomina y la volatilidad que ha experimentado el precio del cobre en los últimos años, el país ha ido perdiendo participación en el mercado internacional del metal rojo.
Pero no sólo el escenario se ha ido transformando, también lo ha hecho la forma de hacer minería. La irrupción de la tecnología a través de la automatización y la digitalización ha impuesto nuevos códigos a la industria, a lo que se suma la importancia de que el sector transite hacia la sostenibilidad y la reducción de los impactos ambientales que lo caracterizan.
¿Cómo Chile debiera evolucionar en su desarrollo minero y asumir el desafío de la protección medioambiental en un panorama en el que cobra protagonismo el cambio climático? Ante esta pregunta, el expresidente del directorio de Codelco, Óscar Landerretche, postula que la minería chilena debe contemplar el componente tecnológico y ambiental en su negocio, considerando atributos como su trazabilidad.
“Chile nunca más podrá hacer cobre barato, y menos mal; somos más caros que antes, pero damos valor agregado”, señaló el profesional en un conversatorio organizado por el Centro de Estudios del Cobre y la Minería (Cesco) a propósito de sus 35 años de vida, argumentando que mejores estándares ambientales, éticos, sustentables y sociales son reconocidos en el mercado global.
“Los chilenos tienen que entender que si podemos presentarle al mundo un modelo diferente, donde se premien los comportamientos responsables, la minería chilena tendrá un sello de calidad, que aunque sea más cara, tendrá valor agregado”, expresó.
Visión de largo plazo y propuestas
El economista también se mostró partidario de que exista liderazgo con una visión minera de largo plazo. Y es que en su período como presidente del directorio de Codelco, dijo, entre risas de los asistentes al conversatorio, que uno de sus fracasos fue el no haber podido convencer a la industria de la necesidad urgente de adaptarse y mirar más allá de las ganancias a corto plazo, en alusión a su proyecto de “cobre verde”.
“No sólo eso. Debo agregar que existe un problema de coordinación entre los diversos actores. Una solución que podría concretarse es que diversas mineras se pongan de acuerdo para generar infraestructura compartida de desalación, por ejemplo”, manifestó Landerretche.
El ejecutivo además, realizó una dura crítica respecto a la calidad del debate político, señalando que “éste muchas veces se entrampa en caricaturas, y predomina un discurso público que demoniza a la contraparte”.
El abogado y presidente de Evópoli, Hernán Larraín, concordó con el análisis hecho por Landerretche, aseverando que es urgente que surjan liderazgos en el sector. A su juicio, son varios los desafíos que enfrenta la minería y que tiene a la industria en alerta como la disrupción tecnológica, los retos en materia de productividad, cambio climático, mayor conciencia ciudadana y desafíos políticos.
“Se requiere liderazgo proactivo y no reactivo, con capacidad de anticiparse y no depender del precio del cobre. Debemos ser mucho más exigentes desde la centro derecha respecto a este tema. Necesitamos a alguien como el exministro de Energía, Máximo Pacheco, quien sí tuvo visión de futuro”, reconoció el representante político.
Pero la economista del Frente Amplio y directora del Centro de Economía y Políticas Sociales de la Universidad Mayor, Claudia Sanhueza, fue más allá al plantear varias propuestas con el fin de fortalecer a la minería. Entre ellas, destacó que la industria debiera invertir en el plan de infraestructura de fundiciones para impulsar el cobre refinado; implementar el plan nacional de litio desde el Estado, con capitales mixtos; y establecer una nueva forma de evaluación de los proyectos con una mayor participación ciudadana.
“La minería entrega grandes beneficios, pero hay comunidades que pagan todos los costos. La empresa privada, además de tener un rol medioambiental, tiene un rol social en la distribución de esos beneficios”, indicó la especialista.
Fuente: Nueva Minería